Lo cierto es que hoy en día las gráficas de los videojuegos son bastante realistas y permiten recrear detalladamente muchos elementos de la vida real y de los personajes que se representan en un videojuego. Esto implica mayores cargas para las empresas desarrolladoras de videojuegos, pues deben obtener las autorizaciones de uso de marcas, imagen y también de derechos de autor cuando se reproduzca y comunique alguna obra de un tercero.

El videojuego NBA2K16 salió efectivamente al mercado y las estrellas de la NBA fueron graficadas con sus tatuajes, por lo que Solid no dudó en demandar por la suma antes dicha, la cual tiene como fundamento un caso del año 2012, en el cual un estudio desarrollador del famoso videojuego de luchas “UFC Undisputed” tuvo que pagar una suma de US$22.500 al artista Víctor Escobedo, que tatuó un león al luchador Carlos Condit, porque dicho tatuaje aparecía en el videojuego.

Lo anterior también trae otra reflexión: ¿El deportista tatuado no debería ser el titular de los derechos de autor del tatuaje?, lo cierto es que no podríamos confundir la obra en sí misma con el soporte en el cual se encuentra, que en este caso sería la piel del tatuado. Por lo que si bien la persona tatuada, por la naturaleza de la obra se podría pensar que no le estaría vetado mostrar su tatuaje en público, distinto en que la persona tatuada tenga la facultad de autorizar la explotación comercial de dicho tatuaje. Sin embargo, este escenario supondría un conflicto entre el derecho de autor del tatuador y el derecho de explotar se propia imagen del deportista o persona tatuada: este dilema se presentó en el 2005 cuando Louis Molloy amenazó con demandar a David Beckham por la explotación comercial no autorizada de los tatuajes que el artista había impreso sobre su piel.

Sin duda, esta será una demanda que dará para hablar en el 2016 y que tendrá a los desarrolladores de videojuegos alerta. Por su parte, el mercado deportivo ya se ha venido adaptando a estas nuevas realidades y han tomado medidas tales como prohibir el uso de tatuajes en merchandising, sin la correspondiente autorización del autor.